El miércoles 23 de julio, el frío no fue excusa. A las 8 de la mañana y mientras el viento helado recorría las gradas del Palacio de los Deportes, comenzaron a llegar cientos de jóvenes. Eran de escuelas públicas, privadas, técnicas y rurales; de la capital y del interior de la provincia, todos con diferentes contextos, pero una misma urgencia: ser la voz de sus compañeros para expresarse sobre salud, adicciones, empleo joven, educación, género, cultura, medioambiente, deporte y participación ciudadana.
En total fueron más de 500 adolescentes de entre 16 y 18 años quienes participaron del primer Encuentro Provincial de Centros de Estudiantes Secundarios. Se trató de una jornada histórica organizada por la Legislatura de Tucumán, en articulación con la Secretaría de Estado de la Juventud, los ministerios de Educación, Interior, Gobierno y Justicia, y el municipio de San Miguel de Tucumán.
Buscan que este espacio de participación juvenil sea anual y que lo que los estudiantes proponen se convierta en leyes concretas. “Recorrimos escuelas de toda la provincia para contarles qué es un centro de estudiantes, cómo funciona, cuáles son sus derechos y sus deberes. Fue ahí cuando surgió la necesidad de este encuentro”, explicó en diálogo con LA GACETA Melina Morghenstein, secretaria de Juventud y una de las impulsoras de la jornada.
El presente que late, que piensa, que propone y que construye
Las gradas del Palacio se iban llenando poco a poco. A las 10:15 horas llegaron los funcionarios, y cerca de las 11:30 horas comenzaron los discursos. Melina compartió micrófono con figuras como el gobernador Osvaldo Jaldo, el vicegobernador Miguel Ángel Acevedo, la ministra de Educación Susana Montaldo, el ministro del Interior Darío Monteros y la intendenta Rossana Chahla.
Uno de los momentos más emotivos fue la participación de Mauricio Urueña, estudiante de la Escuela Agrotécnica Gaston Sud, ubicada en Chicligasta. Desde el escenario, frente a sus pares y las autoridades, Mauricio expresó: “Hoy estamos reunidos jóvenes de diferentes escuelas, realidades y trayectorias, pero con algo muy poderoso en común: el deseo de participar, de ser escuchados, de transformar nuestras comunidades desde adentro. No somos tanto el futuro. También somos el presente que late, que piensa, que propone y que construye. No venimos a pedir privilegios. Venimos a exigir derechos”.
Los jóvenes presentes aplaudieron ante esta última línea. Y así se dio inicio a la jornada. En rondas de debate, con mate, biromes y muchas ganas, se escucharon propuestas, denuncias, sueños y reclamos.
Ideas que calientan el frío
Nadia Álvarez, de 17 años, llegó desde la Secundaria El Colmenar y se inscribió en la comisión de adicciones: “En mi infancia sufrí mucho con amigos que atravesaron situaciones muy duras. También lo veo en mi barrio. Por eso quiero que esto cambie, quiero que se hable del tema en las escuelas, que haya contención, que se actúe antes de que sea tarde”, contó. “Siempre lo hablo con mis compañeros, más con los varones. Ahora quiero saber qué piensan otros chicos y llevar nuevas ideas a mi escuela”.
Francisco Alvarado, 17 años, representó a la Escuela Agrotécnica Soldado Cajal y eligió deportes: “El deporte me ayudó mucho en lo personal, pero en muchas escuelas no hay pelotas, ni redes, ni canchas. En la mía compraron algunos materiales, pero se rompieron rápido porque las canchas no están en buen estado. El fútbol y el voley nos ayudan a integrarnos, a organizarnos, a estar mejor. Esto debería ser un derecho en todas las escuelas”, reclamó.
Eugenio Guyot, también de 17, asiste al Gymnasium y decidió participar en la comisión de género y derechos humanos: “Me interesaba la educación pública, pero ya había varios de mi colegio ahí, así que me sumé a género. Voy a una escuela humanista, donde hablamos de estos temas. Me parece importante compartir cómo lo trabajamos nosotros y escuchar otras miradas”, explicó. Además, reflexionó sobre la historia reciente del Gymnasium. “Yo soy parte de la primera promoción con mujeres. Hoy ya es una escuela mixta, pero al principio no lo fue. Vivimos de cerca ese proceso. Me gustaría llevar ese debate también”, dijo.
Esmeralda Martínez, de la Escuela y Liceo Vocacional Sarmiento, eligió educación pública. A sus 16 años, habló con claridad sobre la falta de espacios e infraestructura en su escuela: “Desde 2016 somos coeducativos y aún no hay baños para varones. Faltan aulas, lugares para recreación. Mi escuela tiene todos los niveles: desde jardín hasta terciario, y no alcanza lo que hay. Siento que necesitamos ser escuchados, que vean nuestras condiciones, que se valore la educación pública como se debe”.
En el predio del Palacio, el murmullo adolescente ya no era considerado ruido: era política. Ideas en construcción, demandas urgentes, voces nuevas. La juventud tucumana no quiere que la inviten al debate cuando todo ya está decidido. Quiere estar desde el principio. Quiere decidir. No quiere ser considerada la esperanza o el futuro, quiere ser el presente.